A pesar del prestigio alcanzado en décadas anteriores, hoy la mayor parte de la fruta no cruza las fronteras: solo un 16% logra exportarse, mientras que casi la mitad termina en la industria, destinada a jugos y sidras a un valor muy inferior.
De mercados globales a una producción encerrada
Hace veinte años, la Argentina exportaba cerca de 300 mil toneladas de manzanas. En la actualidad, la cifra se redujo a poco más de 68 mil toneladas en ocho meses de 2025. El retroceso es alarmante: la Patagonia perdió alrededor del 80% de los destinos que supo conquistar en Europa, Estados Unidos y mercados emergentes de Asia.
La consecuencia es directa: menos ingresos de divisas, caída de competitividad y productores medianos que ven desvanecerse su rentabilidad. Lo que no cumple los exigentes estándares de color, tamaño y conservación para el comercio fresco externo queda relegado a la industria, que paga menos de la mitad del valor de exportación.
Causas de un estancamiento anunciado
Los especialistas apuntan a un conjunto de factores que, sumados, explican por qué la manzana patagónica no logra sostener su posicionamiento internacional:
Altos costos de producción y logística: salarios, energía, transporte e impuestos encarecen la fruta frente a competidores como Chile, Sudáfrica o Nueva Zelanda.
Falta de reconversión varietal: mientras otros países avanzaron con variedades demandadas por el consumidor global, la Argentina mantiene una producción concentrada en tipos tradicionales menos competitivos.
Exigencias sanitarias y fitosanitarias: plagas como la carpocapsa obligan a controles costosos, y en ocasiones generan rechazos en destino.
Pérdida de mercados históricos: la falta de continuidad en la oferta y problemas de calidad deterioraron la reputación del producto argentino.
Consecuencias en la región
La crisis golpea con fuerza en los valles de Río Negro y Neuquén, donde la fruticultura es motor económico y social. Miles de empleos dependen de la cosecha, empaque y exportación de manzanas y peras. La imposibilidad de colocar la fruta en el exterior genera descartes y presión sobre la industria, que no absorbe la totalidad del volumen con precios rentables.
Para muchos productores medianos, el panorama es crítico: si la fruta no se exporta, los números no cierran. El riesgo de abandono de chacras es una amenaza concreta.
La necesidad de una estrategia exportadora
En un escenario global donde la logística y los acuerdos comerciales son determinantes, la Patagonia necesita recuperar terreno. Diversificación varietal, infraestructura de empaque y frío, financiamiento a tasas competitivas y políticas de estímulo aparecen como medidas clave para reabrir mercados y conquistar nuevos destinos.
La manzana patagónica todavía conserva un prestigio internacional que puede ser recuperado. Pero para lograrlo se requiere un cambio estructural: apostar a la calidad, la innovación y la eficiencia logística que demandan los consumidores y compradores del siglo XXI.
Redacción GlobalPorts – Foto: Martin Brunella



