Los vehículos a rueda 8×8 M1126 Stryker adquiridos a Estados Unidos por el Gobierno de Milei comenzaron a arribar al país. Presentados como parte de la recuperación de una “Argentina potencia”, en su propia nación de origen tiene importantes cuestionamientos y abren una inquietante pregunta sobre cómo serán empleados.
El 3 de diciembre último, en el Batallón de Arsenales 601, en Boulogne, Provincia de Buenos Aires, se presentaron públicamente los primero ochos blindados a rueda 8×8, M1126 Stryker, adquiridos en los Estados Unidos. La compra de estos vehículos, como ha ocurrido con los aviones cazabombarderos F-16 y ahora se pretende reiterar con la posible adquisición de submarinos franceses Scorpene es presentada por el gobierno de Javier Milei, y el coro de medios y comunicadores que los sostienen, como el retorno de una mítica “Argentina potencia”, la reivindicación de las fuerzas armadas (FF.AA) y el alineamiento total y automático con la que sería el país guardián de Occidente y su “reino de libertades”.
Lo cierto es que, de toda la parafernalia propagandista, lo único que parece indudablemente verdadero es que el tercer país en magnitud de América Latina sí ha pasado a ser un vasallo de Washington, pero en lo que respecta estrictamente a los Strykers, su incorporación plantea muchos interrogantes: ¿Qué utilidad se les va a dar en el sistema de defensa argentino? ¿Son los vehículos que se necesitan? ¿Hay capacidad técnica y económica para mantenerlos? ¿Cuál es la experiencia de su país de origen en su empleo? ¿Qué implicancias acarrea para las FF.AA argentinas?
El Ejército Argentino (EA), como el resto de las FF.AA del país, está absolutamente embanderado con el Gobierno libertario, como ocurrió en los últimos 150 años con toda propuesta antinacional y antipopular. Por lo tanto, difícilmente puedan buscarse esas respuestas en él.
Adquisición
Los Strykers incorporados por el EA se adquirieron a través del sistema FMS (Foreing Military Sales), un mecanismo del gobierno estadounidense para proveer de material bélico, logístico y capacitación a países “amigos”. Con el FMS no se adquieren los elementos directamente del proveedor de los mismos, sino que se lo hace a través del gobierno estadounidense. Por ejemplo, los Strykers son fabricados por la norteamericana General Dynamics Land Systems pero el Gobierno argentino no se los compró a la empresa, sino a su par de Washington. De hecho, los vehículos no son cero kilómetro, sino que eran parte del material excedente del Ejército estadounidense (US Army) y fueron reacondicionados para su venta a la Argentina.
El paquete completo de los ocho Strykers comprados asciende a 20 millones de dólares estadounidenses, según reveló la propia embajada de ese país en Buenos Aires. Dicha cifra contempla los vehículos, un lote inicial de repuestos, capacitación para el personal de mantenimiento del EA y apoyo técnico. Si se prorratease aquel valor por cada unidad, daría una cifra de U$D 2,5 millones por vehículo, o $ 3.650 millones al tipo de cambio vendedor del día de la ceremonia, aunque por supuesto estas operaciones no se saldan al contado. Un pago inicial parcial fue realizado luego del 2 de julio de 2025, fecha en que el entonces ministro de Defensa argentino, Luis Petri, suscribió la LOA (Carta de Oferta y Aceptación por sus siglas en inglés). El resto se hará en depósitos subsiguientes en los meses futuros, detalle que no se ha hecho público. El Gobierno ha manifestado la intención de adquirir más de 200 Strykers, lo que lleva a la primer pregunta fundamental sobre el tema: ¿Para qué sirven estos vehículos?
Características
Los M1126, Vehículos de Transporte de Infantería (ICV por sus siglas en inglés), nacieron en 1999 de una idea del entonces jefe del Estado Mayor del Ejército estadounidense, general Eric Shisenki, con el objetivo de contar con un vehículo de peso medio capaz de transportar unidades de infantería ligera rápidamente desplegables en cualquier parte. Para cumplir con esta condición, el mencionado vehículo debía poder transportarse con facilidad por mar o aire. Para cumplir con este último requisito era preciso que cupiera, sin necesidad de desarmarlo, en la bodega de un avión C-130 Hércules s.
Los Stryker pueden transportar en su interior nueve soldados con equipo completo y cuentan con dos tripulantes (comandante y conductor), o sea, once personas en total. La Argentina ha recibido la versión estándar de dichos vehículos, equipados con un motor Caterpillar 3126 de 350 HP, lo que le permite mover las 16 a 22 toneladas de peso (pueden variar de acuerdo con el blindaje) unos 500 km (autonomía) alcanzando una velocidad máxima cercanaa los 100 Km/h.

Los M1126 no son precisamente vehículos de combate, sino de transporte. Su blindaje, compuesto básicamente por planchas de acero de alta dureza, salvo que se le incorpore algún paquete especial; está pensado para resistir el impacto de proyectiles lanzados desde armas ligeras o esquirlas (blindaje STANAG 4569 nivel 3).
Su armamento también es limitado. La variante comprada por la Argentina viene con una estación móvilProtector M151 del fabricante noruego Kongsberg, que se maneja en forma remota desde el interior del vehículo para no exponer a la tripulación al fuego directo enemigo. Esta estación permite montar una ametralladora de 7,62 mm o 12,7 mm, y eventualmente un lanza granadas de 50 mm.
Una de las características más relevantes del Stryker es que es un vehículo a ruedas, no a orugas. Los blindados estándar del EA en las últimas décadas habían sido, el M113 para transporte de tropas, y el TAM (Tanque Argentino Mediano), como vehículo de combate principal, con sus versiones para otras misiones. Todos ellos a orugas.
La oruga es un sistema de tracción imbatible para vehículos pesados que deban sortear cualquier terreno pero es muy dañina para los caminos, sean pavimentados o de tierra consolidada, y no permite mucha velocidad. Si se quisiera tener un vehículo blindado pero cuyo propósito no fuera andar a campo traviesa, sino por rutas que deberían ser preservadas, y además con cierta rapidez; la mejor opción serían las ruedas.
Hacía tiempo que el EA venía buscando un blindado de este tipo para poder contar con unidades de despliegue rápido por carretera en el vasto territorio nacional. El interrogante que se suscita ahora es ¿cuál es la doctrina operacional qué están pensando para los Strykers?
Misión
Este es una de las cuestiones más inquietantes de los Strykers. Los dos mayores despliegues en escenarios bélicos, aunque no lo únicos, de estos blindados fueron durante la segunda Guerra de Ira (2003–2011) y en Afganistán (2009–2021). En ambos casos brindaban servicios de transporte y apoyo de tropas en zonas de combate, con un foco específico en las operaciones urbanas, en donde su tracción a rueda y movilidad, supuestamente le daba una ventaja táctica remarcable.
En un laudatorio artículo (16/01/2024) en el órgano de prensa oficial del Ejército norteamericano, con motivo del 20° aniversario del primer despliegue de los Strykers, la sargento Cayce Watson, productora de relaciones públicas de la 7ma División de Infantería, identifica el propósito de los Strykers como la realización de “operaciones de contrainsurgencia”. La apelación a la noción militar de “contrainsurgencia” es una antigua referencia a la represión de actores y población local en su oposición activa al poder gobernante. Para eso son buenos los Strykers, por eso es importante que tengan ruedas y no orugas, ya que los entornos urbanos son su objetivo principal, y por ello no es tan relevante que porten armas pesadas o un blindaje muy resistente. La Sgto. Watson se entusiasma en su relato y se explaya en que una de las grandes virtudes de estos vehículos “es su habilidad para llegar en silencio en el relativamente sigiloso Stryker y trabajar al amparo de la oscuridad con visión nocturna”. Los Stryker no están pensados para defender la soberanía de un país, sino para someter a las poblaciones en las que opera, y eso es lo que se teme vienen a hacer también a la Argentina.
Lindos para reprimir
Los Strykers locales serán enviados a la X Brigada Mecanizada con asiento en La Pampa, justo en el medio del centro geográfico del país si, como corresponde, se incluye en su territorio a la Antártida. Un emplazamiento muy adecuado para su rápido despliegue a cualquier lugar de la Argentina, pero muy especialmente al cercano yacimiento de hidrocarburos de Vaca Muerta en la vecina provincia de Neuquén, a donde podrían enviarse, no para defenderlo de alguna potencia extranjera, ya se vio que no son buenos para eso, sino para neutralizar cualquier conflictividad social que pudiera generarse en la zona.
Todas estas suposiciones, ante la inexistencia de una doctrina operacional explícita para el empleo de los Strykers, al menos publicada, no son meras especulaciones. Javier Milei acaba de nombrar como ministro de Defensa a Carlos Presti, un teniente general en actividad, que viene de ser jefe del EA. Presti es hijo de Roque Presti, acusado de delitos de lesa humanidad durante la dictadura cívico-militar-eclesiástica de 1976-1983 en Argentina, quien murió en 1993 amparado por las leyes de impunidad del entonces presidente Carlos Menem. La designación de Presti hijo como ministro de Defensa, un militar, es inédito desde la recuperación de la democracia en la Argentina. Aún no se conocen oficialmente los nombres de quienes designará como funcionarios en dicha cartera, pero ha trascendido que llenará el Ministerio de Defensa de militares en cargos políticos y algunos de los nombres que circulan apuntan a claros reivindicadores de la dictadura de 1976. Otro detalle es que Milei, hasta el momento, ha empoderado políticamente sólo al EA, no a la Fuerza Aérea Argentina, ni a la Armada. Un dato no menor, la fuerza militar especialmente idónea para la represión interna es, precisamente, el EA.
Costo
Otro de los problemas que suelen tener los sistemas de armas de origen estadounidense es su costo, el cual no debe contabilizarse sólo en términos del precio de adquisición, sino que aún más importante, es el que implica su mantenimiento.
La Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de Estados Unidos (GAO por sus siglas en inglés) en un informe (GAO-25-108679) al Comité sobre Servicios Armados de la Cámara de Diputados (House of Representatives), de septiembre de este año, señala que su país contaba con 2.984 Strykers en sus FF.AA para el año 2023 y que el costo de mantenimiento anual por cada unidad para dicho período ascendía a US$ 61.640 (o $ 89.316.360 al tipo de cambio vendedor US$/$ oficial del 01/12/2025).
Por otro lado, en el proyecto de Presupuesto Nacional 2026, el Gobierno argentino prevé un presupuesto para el EA (Jurisdicción 45-21) de $ 1.758.630 millones (US$ 1.192 millones) pero de los cuales el 85% está comprometido en el pago de salarios y demás gastos remunerativos del personal. Lo que deja sólo un 15% para todas las restantes erogaciones, como la compra de equipamiento, insumos o mantenimiento. Si se tomasen los ítems presupuestarios correspondientes a los rubros Bienes de Consumo y Bienes de Uso, entre ambos se sumarán apenas US$ 109 millones.
El sostén de los Strykers argentinos estará comprendido en un subrubro del presupuesto previsto para el EA, denominado: Programa 16. Alistamiento Operacional (Cuadro 1). El mantenimiento de estos vehículos en parte se incluye en el rubro Bienes de Consumo del Programa 16, por ejemplo, en lo que respecta a la provisión de combustible o lubricantes, entre otros; pero también en Bienes de Uso, de donde provienen los fondos para repuestos y componentes. En el Programa 16, entre ambos rubros aludidos se suman US$ 61 millones.
Ahora bien, el mantenimiento de un solo Stryker implica el 0,06% de los rubros Bienes de Consumo y Bienes de Uso del presupuesto total del EA previsto para 2026, pero es del 0,10% si se considera únicamente el Programa 16 (Cuadro 2). Para los ocho vehículos ya adquiridos, los porcentajes se van al 0,45% y 0,81%, respectivamente. No es necesario aclarar que un número tan exiguo de unidades tiene poco valor operativo específico. Casi que se podría decir que sirven solo para los desfiles y entrenamientos de rutina. Sin embargo, si se llegasen a adquirir 200 vehículos, ello conllevaría un gasto anual de no menos de US$ 12,3 millones en mantenimiento, el 11,3% de los rubros Bienes de Consumo y Bienes de Uso del presupuesto total previsto para el EA, o el 20,3% de los recursos financieros del Programa 16 en los rubros aludidos.

Fuente: Elaboración propia en base a Proyecto de Presupuesto Nacional 2026, Argentina. Nota: Datos correspondientes a las planillas de la Jurisdicción 45-21, Estado Mayor General del Ejérctio Argentino. Tipo de cambio empleado para la conversión $/US$ correspondiente al oficial vendedor del 01/12/2025, $ 1.449 por dólar.
Y todo este gasto para un solo sistema de armas que ni siquiera sería el más relevante para el EA, ni para la defensa del país. Suena algo poco realista, a menos que, como no sería la primera vez que ocurra, nunca se compren las dos centenas de Strykers adicionales y los actuales queden como meros objetos de propaganda política gubernamental. Ni hablar de que si se concretase la adquisición de 200 Strykers, y se habla de que podría superarse ese número, a US$ 2,5 millones cada uno, se deberían desembolsar cerca de US$ 500 millones, más de tres veces el presupuesto previsto para la modernización de la mayor parte de la flota de TAM (Tanque Argentino Mediano), sistema de armas que constituye la columna vertebral de la capacidad de combate mecanizado del país (ver La renovación del tanque, TSS, 5/07/2024).

Fuente: Elaboración propia en base a: U.S Government Accountability Office, Weapon System Sustainment. Various chanllenges affect ground vehicles’ availability for missions (septiembre 2025) y Proyecto de Presupuesto Nacional 2026, Argentina.
¿Y son buenos?
Estados Unidos ha empleado a los Strykers en escenarios reales y, por lo tanto, tienen una experiencia de primera mano al respecto. Por supuesto, existen apologistas enfáticos del sistema, como la Sgt. Watson, casi siempre pertenecientes a la estructura vertical de las FF.AA o a la industria de la defensa que los vende y gana planta con ellos. Pero cuando se buscan en evaluaciones más distantes de intereses concretos, la visión cambia.
La Rand Corporation es uno de los think tank más antiguos e influyentes de Estados Unidos en lo relacionado a políticas públicas, con especial foco en temas de defensa. En un informe (2013) sobre la Batalla de Sadr City, un duro enfrentamiento que se dio en 2008 al sur de Bagdad entre las fuerzas de ocupación lideradas por Estados Unidos y milicias shiitas, la Rand Corporation realizó evaluaciones sobre el desempeño de los Strykers en el combate urbano que se suscitó. Varias de las afirmaciones al respecto no fueron nada halagüeñas.
Los Strykers, según la Rand Corporation, tuvieron serios problemas de movilidad en los callejones de la ciudad por su “ancho y gran radio de giro”, algo llamativo en un vehículo diseñado para entornos urbanos. A su vez, el blindaje de los Strykers se reveló deficitario, no sólo contra artefactos explosivos improvisados (IED por sus siglas en inglés), dejados en calles y caminos para explotar al paso de los vehículos, sino incluso contra fuego directo de armas portátiles. Al menos en una ocasión un comandante de Stryker falleció por una bala que atravesó la zona vulnerable entre la RWS y la cúpula del puesto de mando. En una semana, seis Strykers fueron dañados o destruidos, y en varias ocasiones se tuvo que enviar a blindados medianos, como los M3 Bradley, a rescatarlos. Estas situaciones llevaron a que se decidiera que en las zonas de combates más intensos, los Strykers no se acercaran a más de dos cuadras de esos lugares.
Uno de los entrevistados por la Rand Corporation para elaborar el informe citado fue el coronel John Hort, comandante de la 3° Brigada del Grupo de Combate en Sadr City. Sobre el desempeño de los 8×8 analizados, el informe manifiesta: “En opinión del coronel Hort, los vehículos blindados Stryker carecían de letalidad y capacidad de supervivencia en comparación con los tanques y las fuerzas mecanizadas disponibles”. Debe tenerse presente que en todas estas ocasiones las FF.AA de Estados Unidos no se estaban enfrentando a un ejército regular de una potencia estatal con múltiples recursos, sino a milicias irregulares que muchas veces fabricaban sus armas, como los explosivos, con elementos civiles, y hasta domésticos, improvisadamente transformados.
Estos sinsabores bélicos llevaron a una modernización de los Strykers que comenzó en 2010, uno de cuyos objetivos fue mejorar su blindaje, especialmente el ventral. Para ello, se rediseñó el casco dotándolo de un blindaje en doble V (DVH por sus siglas en inglés) que otorga mejor protección a la tripulación en caso de detonaciones en la parte inferior del vehículo. Ahora bien, más blindaje es más peso, por lo tanto, los Strykers quedaron significativamente limitados en su potencia con la nueva protección. Ello llevó a que las versiones a partir de 2015 fuera propulsadas con un motor Caterpiller C9 de 450 hP. Los Strykers argentinos tienen protección DVH pero el viejo motor C7 de 350 hp, lo que los lleva a contar con una menor aceleración y recuperación en terreno exigente, precisamente dos cualidades que deberían ser los fuertes de un blindado a ruedas.
A pesar de los cambios introducidos en los Strykers, Mark Perry, analista senior del Instituto Quincy para una Política de Estado Responsable, en un artículo de 2021 señalaba que en Iraq los soldados llamaban al vehículo “the Kevlar coffin” (ataúd de Kevlar) por su alta vulnerabilidad, y que otro comentario sarcásticos sobre el asunto que circulaba entre la tropa manifestaba que “el Stryker era un muy buen vehículo de combate, siempre y cuando circulara por carreteras, no lloviera y no tuviera que luchar”. Perry cita en el artículo las declaraciones que en reserva le realizó un alto funcionario del Pentágono, con relación a por qué el Ejército estadounidense seguía apostando a un sistema de armas que había demostrado ser deficitario, “este es el ejemplo más flagrante de bienestar corporativo que he visto en mucho tiempo”, expresó la fuente, en clara alusión al lucrativo negocio que representaba el Stryker para su fabricante.
Pero hay más. El aludido informe de la GAO analizó la capacidad para alcanzar los objetivos establecidos para 11 vehículos del Ejército estadounidense, seis de combate, y cinco de soporte, a lo largo del período comprendido entre los años 2015 y 2024. Cinco de seis vehículos de combate fueron incapaces de alcanzar sus objetivos de misión en ninguno de los años contemplados (Gráfico 3), entre ellos, el Stryker. Entre las razones para esta mala performance, se hallarondéficitsen el mantenimiento de los vehículos estudiados a causa de la“escasez de personal de mantenimiento capacitado o calificado, problemas de vida útil y mantenimiento no planificado”.
Pero, además, la GAO señala en el reporte citado que estos “sistemas de armas son costosos de mantener, en parte, porque a menudo incorporan una compleja gama de subsistemas y componentes técnicos y necesitan piezas de reparación costosas y apoyo logístico para cumplir con los niveles de preparación requeridos”. En el caso específico de los M1 Abrams, los M3 Bradley y los M1126 Stryker, el mantenimiento se vuelve más gravoso porque los responsables de soporte de los depósitos deben enviar “trabajos de mantenimiento y reparación a los fabricantes debido a la naturaleza patentada de algunos de los datos técnicos en lugar de realizar el trabajo en los depósitos del Ejército”. Y agrega: “Estos funcionarios indicaron que el Ejército envía trabajos de reparación a los fabricantes de equipos originales, que los técnicos de mantenimiento de los depósitos podrían realizar ellos mismos si tuvieran acceso a los datos técnicos. Finalmente, los funcionarios del Ejército también describieron que, incluso cuando se han adquirido los datos técnicos, obtener la actualización del fabricante cuando se produce una nueva versión de un motor o transmisión requiere mucho tiempo y retrasa la ejecución del mantenimiento”.

Fuente: US. Government Accountability Office (GAO), Weapon system sustainment. Various challenges affect ground vehicle’s availability for missions, septiembre 2025.
Téngase presente que todos estos problemas con el sostenimiento de los Strykers los están relatando miembros de la mayor estructura de defensa de la historia de la humanidad y del mundo presente, con un presupuesto anual que se acerca al billón de dólares y a cuya nacionalidad pertenece el fabricante. ¿Qué va a hacer el EA con su magro presupuesto, perteneciente a un país cada vez más periférico y a miles de kilómetros del proveedor para conseguir lo que necesite para mantener operativos a estos vehículos?
La GAO señala, también, que los costos de mantenimiento de los Strykers son los únicos que han descendido, de entre los vehículos de combate estudiados, en el período 2015-2023. Pero, a continuación, aclara que una parte de la explicación de este descenso en el costo de soporte se debe a que los vehículos que han retornado de Afganistán demandan, lógicamente, menos mantenimiento. O sea, la disminución del costo de los Strykers, en los años contemplados, en buena medida se debe a que se comparan vehículos con empleos muy diferentes. Hasta agosto de 2021, muchos de ellos fueron usados en entornos de combate real en Afganistán; algo que luego del retiro de las tropas de Estados Unidos no ocurrió más.
Artefacto y alma
Pero con todo lo malo que implica lo expuesto hasta ahora, no puede compararse con el mayor riesgo que conlleva la compra de armas en el extranjero, especialmente cuando se realiza a una potencia imperial con intereses estratégicos contradictorios con el propio país. En noviembre, varios medios de prensa dieron cuenta de que cuatro suboficiales motoristas y un oficial del EA habían estado recibiendo capacitación técnica en Estados Unidos para el manejo y mantenimiento de los Strykers. Las clases se llevaron a cabo en la base Lewis-McChord, un establecimiento conjunto del Ejército y la Fuerza Aérea ubicada en el Estado de Washington. Pero antes de eso, la adquisición de los Strykers había implicado el contacto estrecho con militares y funcionarios estadounidenses por parte de personal castrense y político argentino. Algo que seguirá ocurriendo con motivo de estos blindados a lo largo de toda su vida útil.
Una potencia imperial global no deja pasar esas oportunidades para adoctrinar a quien considera sus subordinados naturales. Aún cuando los contactos puedan incluir solo transferencias de información técnica, como el viaje de instrucción mencionado al inicio de esta sección, esos militares argentinos compartirán durante semanas la vida con sus homólogos estadounidenses. En esos almuerzos, desayunos, descansos de trabajo, salidas nocturnas o de fin de semana, los miembros de las fuerzas armadas “clientes”son “embebidos”, usando analógicamente un concepto empleado por la doctrina de cooperación internacional de las FF.AA norteamericanas, de la cosmovisión de Washington, el mismo país que apoya a Inglaterra en su ocupación ilegal de las Malvinas, que brindó el soporte logístico imprescindible para que Londres pudiera vencer en la guerra de 1982, proveyendo armas e insumos que mataron a compatriotas y colegas de los militares argentinos actuales; y que durante gran parte del siglo XX, merced a la intoxicación doctrinal realizada, formateó con éxito el alma de las instituciones castrenses de la mayor parte de América Latina para que cumplieran el rol de fuerzas de ocupación de sus propios países. Los Strykers, los F-16 y los militares que los celebran, parecen entroncarse con aquella infausta tradición.
Por Carlos de la Vega
Fuente; Agencia TSS



